No te rindas nunca (el caso de Ang Lee)




Hoy no tengo noticias interesantes relacionadas con la economía, así que hoy les quiero compartir una historia real sobre conseguir lo que uno se propone a través de no rendirse nunca.

Para los que no conozcan a Ang Lee, este famoso y galordonado director de cine, ha dirigido películas como: Sense and Sensibility (1995) y Hulk (con Eric Bana y Jennifer Connelly, 2003). Ganador de 3 Premios Oscar por: El Tigre y el dragón (2000), Brokeback Mountain (2005) y recientemente por Life of Pi (2012).

Reproduzco íntegramente el texto:

En 1978, cuando mandé la solicitud para estudiar cine en la Universidad de Illinois, mi padre mostró su desacuerdo. Citó una estadística “Cada año, 50 000 actores compiten por 200 papeles en Broadway”. Sin hacer caso a sus consejos embarqué en un vuelo a los Estados Unidos. Estó quebró nuestra relación.  En los 20 años siguientes intercambié menos de 100 frases con mi padre.

Unos años después, cuando me gradué en la escuela de cine, llegué a comprender la preocupación de mi padre. En ese momento para un chino hacerse un hueco en la industria del cine americano era algo prácticamente inédito. En 1983 comenzó para mi un camino de 6 años de camino por el desierto. La mayoría del tiempo estaba ayudando en rodajes o trabajando como ayudante de montaje y otros trabajos menores relacionados con el cine. Mi experiencia más dura fue tratar de vender un guion en más de 30 productoras y recibir duras negativas en cada ocasión.

Ese año cumplí los 30. Hay un proverbio chino que dice “A los 30 uno se sostiene firme” aunque yo en ese momento a duras penas podía. ¿Qué podía hacer? ¿Seguir esperando o perseguir mi sueño en la industria del cine? En este momento el apoyo de mi mujer lo significó todo.

Ella fue una de mis compañeras de clase en la universidad. Se licenció en biología y después de graduarse empezó a trabajar en el laboratorio de investigación de una pequeña empresa farmacéutica. Sus ingresos eran muy modestos. En ese momento nuestro hijo mayor, Haan, ya había nacido. Para apaciguar mi propio sentimiento de culpa me hice cargo de todos los trabajos del hogar – cocinar, limpiar y cuidar de nuestro hijo además de leer, ver películas y escribir guiones. Cada tarde después de la cena, me sentaba en el porche con Haan contándole historias mientras esperábamos a su madre – la cazadora heroica - que llegaba a casa con nuestro sustento (su sueldo).

Esta vida resultaba de alguna manera indigna para un hombre. Un día mis suegros nos le ofrecieron a mi mujer una suma importante de dinero como capital inicial para que yo pudiese abrir un restaurante chino esperando que este negocio pudiese ayudar a mantener a nuestra familia. Mi mujer rechazó el dinero. Cuando me enteré de esto pasé varias noches sin dormir y después tomé una decisión importante: Este sueño mío no está destinado a materializarse, debo enfrentarme a la realidad.

Después de esto (y con gran pesar en mi corazón), me apunté a un curso de informática de un centro cercano a nuestro domicilio. En un momento en el que trabajar era una prioridad, parecía que el camino rápido para conseguir empleo era el conocimiento informático. En los siguientes días mi malestar creció. Mi mujer notó esto y descubrió el calendario de las clases entre mis cosas, esa noche no me dijo nada.

A la mañana siguiente, justo antes de coger el coche para ir a su trabajo, mi mujer se giró y me dijo “Ang, no olvides tu sueño”.

Y mi sueño, hundido por las exigencias de la realidad, volvió a la vida. Según mi mujer se iba cogí  el calendario de las clases y lentamente lo rompí en mil pedazos y los tiré a la basura.

Algún tiempo después conseguí financiación para mi guion y empecé a rodar mis propias películas. Después de eso, algunas de mis películas empezaron a ganar premios internacionales. Recordando los viejos tiempos, mi mujer dijo: “Siempre he creído que solo necesitas un don. Tu don es hacer películas. Hay mucha gente estudiando informática. Nadie necesita a Ang Lee para esto. Si quieres esa estatua dorada, debes confiar en tu sueño”

Y hoy, finalmente he ganado esa estatua dorada. Creo que mi perseverancia y el gran sacrificio de mi mujer han conseguido finalmente su recompensa. Y ahora estoy más seguro que nunca, debo hacer más películas.
Tengo este sueño interminable.

Fuente: El sueño interminable de Ang Lee – Moraleja, no te rindas nunca (el cual a su vez incluye las fuentes originales del texto).

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