La desmemoria del español con Latino América



Aquí les dejo hoy, un artículo de opinión, de un hijo de los que fueron alguna vez inmigrantes españoles; una reflexión para el Gobierno de España que no ha tratado a América Latina como LatAm ha recibido con los brazos abiertos innumerables veces a los españoles inmigrantes; en mí opinión América Latina para el Gobierno de España sigue siendo una Colonia fuente de enriquecimiento (Telefónica recibe 450 millones de Brasil: Corresponde al dividendo a cuenta por los resultados de 2012) y no una región hermana de cooperación.

  • Cuando los españoles se han enriquecido se han olvidado de que en muchas épocas han pertenecido y ahora vuelven a pertenecer a un país de emigración que ha aportado mucho a las sociedades de acogida
  • Hace unos cuantos años, muy pocos, el principal miedo de los españoles, era el miedo al inmigrante. Era el miedo sintomático de un país rico que veía a los inmigrantes como una amenaza, como una turba de gente necesitada que quería aprovecharse de su riqueza, de sus plazas de trabajo y de sus servicios sociales.
  • Escribo esto pensando en la nueva oleada de emigrantes españoles que, huyendo de la interminable crisis económica europea, se están yendo a México a buscarse la vida, y que son un eco de aquella oleada anterior de republicanos españoles que llegaron a aquel país, alrededor de 1939, buscando un empleo, una casa y un futuro, lo mismo que buscan los jóvenes emigrantes de hoy, aunque el origen de una y otra migración sea completamente distinto.
  • Como la única forma de combatir la desmemoria es haciendo memoria, voy a contar aquí las circunstancias en las que llegaron a México los españoles de la oleada anterior, una historia que conozco perfectamente porque en aquella oleada iban mi madre y mis abuelos. Hablo de oleadas porque estas migraciones tienen un carácter cíclico, como las olas del mar.
  • En 1939, al terminar la Guerra Civil, más de medio millón de republicanos tuvo que huir a Francia para ponerse a salvo de la represión del general Franco, que no contento con su triunfo también quería hacer desaparecer a los sobrevivientes del bando contrario de la faz de la Tierra. Aquellos españoles, que llegaban a Francia como refugiados políticos, fueron tratados como prisioneros y encerrados en varios campos de concentración que se habían dispuesto cerca de la frontera, y que hoy constituyen una de las páginas más negras, y también más ignoradas, de la historia de Francia.
  • Todos los países le dieron la espalda al Gobierno legítimo de España, excepto México, que, en uno de los episodios más conmovedores que recuerda la diplomacia, defendió a la República y al Gobierno de Azaña, una y otra vez, con el único apoyo de la URSS, en Ginebra, ante la Sociedad de Naciones, que era entonces el germen de la ONU.
  • Dentro de unos años, cuando en España mejoren las cosas, algunos regresarán, pero otros no, como demuestra la historia de los miles de emigrantes que se han ido y que, años después, se descubren con hijos y nietos en ese país donde pensaban permanecer solo un tiempo, en lo que mejoraban las cosas en el suyo.
  • Esperemos que entonces no vuelva a caer sobre nosotros la desmemoria, que cuando este sea otra vez un país rico no se olvide de sus emigrantes, de esa España que lleva quinientos años floreciendo en América Latina; que la memoria alcance para tratar con más delicadeza a los inmigrantes que vendrán aquí a buscar una oportunidad, y que sea suficiente para no volver a percibirlos con miedo.
  • Quizá sería momento de revisar esa dura reglamentación, propia de países ricos que no quieren inmigrantes, porque las cosas han cambiado rápida y radicalmente, ahora la gente, más que venir, está mirando cómo se puede ir de aquí.
  • De toda esta gente que ya se ha ido, y que empieza a construirse una vida en esa nueva oleada de españoles que va llegando a México, habrá muchos que son hijos de esas personas que hace unos años, muy pocos, ni siquiera diez, identificaban al inmigrante como el peor problema de España y que hoy, con mucho asombro, y supongo que algo de vergüenza, se encuentran con que son padres de un inmigrante, que trata de ganarse la vida en otro país. Este es, precisamente, el precio de la desmemoria.


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