Para que no olvidemos Fukushima


A veces, cuando ya no es noticia, no sabemos como sigue o terminó la historia, y este podría ser el caso de Fukushima. A manera divulgativa, con memoria histórica, y para que no olvidemos:

Japón se prepara para hacer frente a los posibles efectos sobre la salud de los residentes de la prefectura de Fukushima de la radiactividad emitida por la central nuclear Fukushima I, que resultó dañada por el terremoto y el tsunami del pasado 11 de marzo. El Gobierno planea establecer un fondo dotado con 103.000 millones de yenes (904 millones de euros) para hacer un seguimiento de todos los habitantes de esta región durante los próximos 30 años, según informó ayer la agencia japonesa Kyodo, que cita fuentes del Gobierno sin identificar. De esta cantidad, 25.000 millones de yenes serán aportados por Tokyo Electric Power (Tepco), la compañía propietaria de la planta.

La medida pone de relieve el temor de las autoridades a las consecuencias que pueden tener sobre la población a largo plazo las fugas radiactivas ocurridas hasta ahora y las que continuarán produciéndose hasta que pueda ser zanjada la crisis.

El estudio cubrirá a unos dos millones de personas, incluidas aquellas que fueron evacuadas fuera de la prefectura como consecuencia del desastre. Serán medidos los niveles de radiación acumulada y se realizarán pruebas sanguíneas a quienes deseen participar en las pruebas.

Los controles comenzarán en las áreas donde se han registrado mayores niveles de radiactividad en cuanto el Parlamento apruebe el presupuesto extraordinario. El Gobierno prevé presentarlo a los diputados a mediados de julio.

Japón ha aprobado que la población de grandes ciudades como Fukushima o Iwaki (niños incluidos) puedan recibir en un año una dosis de radiación similar a la que recibe un trabajador nuclear en Europa. Los efectos de someter a amplios grupos de personas durante mucho tiempo a una dosis baja de radiación son desconocidos. No hay precedentes y los expertos no son capaces de descartar que vaya a aparecer una incidencia mayor de algunos tipos de cáncer. El yodo radiactivo se acumula en el tiroides y el cesio en los huesos.

La inquietud de los habitantes de Fukushima y otras regiones cercanas no remite. Una coalición de padres de esta prefectura y organizaciones como Greenpeace y Amigos de la Tierra hicieron pública el martes pasado una "petición de emergencia" en la cual solicitan al Gobierno un mayor esfuerzo para proteger a los niños de la exposición a radiactividad.

La agrupación ha pedido que evacue a niños y mujeres embarazadas de aquellos lugares donde se han detectado niveles de radiación altos, que monitorice la situación de forma más estricta y que adelante el cierre de los colegios por las vacaciones de verano. Se queja de que las autoridades se han centrado en medir la radiactividad en el medio ambiente y no en el interior de las personas, donde ha podido llegar por la inhalación e ingestión de isótopos en el polvo, comida o bebidas.

La ciudad de Fukushima, que se encuentra a 60 kilómetros de la central -fuera de la zona de 20 kilómetros de radio de evacuación obligatoria-, tiene previsto entregar dosímetros a 34.000 niños de cuatro a 15 años a partir de septiembre para que los puedan llevar encima las 24 horas. Los aparatos serán controlados una vez al mes para evaluar los niveles de contaminación acumulados. Los niños corren mayor riesgo de desarrollar cáncer y defectos genéticos por la radiación porque se encuentran en periodo de crecimiento.

Tres meses después de la catástrofe, los equipos de emergencia continúan luchando para controlar los reactores y tratar las alrededor de 110.000 toneladas de agua radiactiva que se han acumulado en diferentes partes de la central, situada unos 240 kilómetros al norte de Tokio. Los trabajadores han tenido que regar los reactores para enfriarlos, y el líquido contaminado amenaza con desbordar a principios de julio si el sistema de descontaminación construido no funciona adecuadamente.

El Gobierno japonés aseguró el jueves pasado que, tras algunos problemas, la instalación de limpieza -que está diseñada para tratar 1.200 toneladas de agua al día- estaba funcionando de nuevo, aunque no a plena capacidad. La eliminación del líquido contaminante permitirá a Tepco acelerar los trabajos para reparar los sistemas de refrigeración de los reactores, que la empresa prevé estabilizar y llevar a "parada fría" como tarde en enero.

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