El Juanote: un simbolo de la sociedad mexicana
No hace más de tres décadas, existió una persona que se ha convertido en un símbolo histórico de la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz, en México. Hoy les quiero hablar sobre "El Juanote", un heroe de leyenda, que existió y no hace mucho, y que su símbolo nos recuerde, el buen corazón olvidado de la humanidad y el amor por la cultura y las artes, aquellas formas de expresión que nos convierten verdaderamente en seres humanos, y no portar un iPhone o vestir Hollister para sentirse más que los demás.
Yo viví y estudie economía durante 4 años y medio en Xalapa, y hoy les compartó la historia de "El Juanote".
Juan Herrera Vázquez (Xalapa, Veracruz 28 de marzo de 1919 - 22 de febrero de 1989) más conocido como Juanote. Fue un cargador y melómano mexicano, que formó parte del folclore de la ciudad de Xalapa a mediados del siglo XX. Desde su adolescencia se integró al oficio de su padre, cargador. Organizó el primer gremio de cargadores en la ciudad. Como su sobrenombre lo indica fue una persona alta y fuerte, (1,90 m de estatura y más de 100 kg de peso) gran aficionado a la música clásica, siendo un hombre de extracción humilde asistía todos los viernes al Teatro del Estado a escuchar el concierto de la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
En Tú Xalapa: Juanote, lo describe como:
El sobrenombre comienza llamando la atención y, hoy evoca a un fuerte hombre, cuyas energías creó en él una espontánea seguridad para el honrado vivir y en la sociedad los auténticos sentimientos de respeto, cariño y nostalgia. Este xalapeño ha dejado para siempre una firme huella en la tradición, la historia y el recuento de valores en nuestra sociedad.
Juanote creció bajo la severa mirada de un padre que sabía distinguir muy bien entre actos morales e inmorales, entre acciones honestas y deshonestas y, sobre todo, los matices de estos extremos, difíciles de advertir si la mentalidad es fanática, doctrinaria y narcisista. Seguramente, un ser tan admirable como su hijo, un hombre como pocos: nada de hipocresía, ningún riachuelo de culpa en la conciencia, toda distancia con las máscaras y los disfraces; una integridad que aprendió a amar y se fue con justa paz a la tumba.
Juanote fue un símbolo de la Atenas Veracruzana de antaño. Desde los once o doce años (no recordaba exactamente), los xalapeños le confiaban los cambios de casas, los acomodos que él decidiera, las galantes entregas necesitadas de discreción y el cuidado de bienes que los dueños consideraban valiosos. Recorría a pie trayectos largos para cumplir con los traslados, en épocas que sólo existían veredas para llegar fatigado a lejanos lugares desde esta ciudad. El número 13 de cargador a él le parecía de buena suerte.
Juanote, el incansable, podía entregar desde una valiosa joya empaquetada en un diminuto y lujoso estuche, hasta un piano asegurado en su recio mecapal. Hoy, su vida no es la anécdota, sino el recto y simple vivir en el recuerdo.
Juanote creció bajo la severa mirada de un padre que sabía distinguir muy bien entre actos morales e inmorales, entre acciones honestas y deshonestas y, sobre todo, los matices de estos extremos, difíciles de advertir si la mentalidad es fanática, doctrinaria y narcisista. Seguramente, un ser tan admirable como su hijo, un hombre como pocos: nada de hipocresía, ningún riachuelo de culpa en la conciencia, toda distancia con las máscaras y los disfraces; una integridad que aprendió a amar y se fue con justa paz a la tumba.
Juanote fue un símbolo de la Atenas Veracruzana de antaño. Desde los once o doce años (no recordaba exactamente), los xalapeños le confiaban los cambios de casas, los acomodos que él decidiera, las galantes entregas necesitadas de discreción y el cuidado de bienes que los dueños consideraban valiosos. Recorría a pie trayectos largos para cumplir con los traslados, en épocas que sólo existían veredas para llegar fatigado a lejanos lugares desde esta ciudad. El número 13 de cargador a él le parecía de buena suerte.
Juanote, el incansable, podía entregar desde una valiosa joya empaquetada en un diminuto y lujoso estuche, hasta un piano asegurado en su recio mecapal. Hoy, su vida no es la anécdota, sino el recto y simple vivir en el recuerdo.
Trabajo:
En definitiva, El Juanote, representa al hombre bondadoso, trabajador y humilde. La historia del Juanote como cargador nace en el mercado de Xalapa: El mercado viejo en Jalapa está apenas a unas cuadras del primer cuadro de la ciudad. Ha cambiado de nombre varias veces, pero apenas ha sido remodelado por las actuales administraciones y se encuentra casi como fue planeado en tiempos de Porfirio Díaz. Es un edificio de dos pisos que ocupa toda una cuadra. En un costado está la zona de carga y descarga, allí es donde solía hallarse cotidianamente al Juanote. A primera hora de la madrugada, cuando llegaban del interior del estado los camiones cargados con mercancía, Juanote ofrecía sus fuertes brazos y su ancha espalda para llevar los víveres de los camiones a los puestos de venta.
Su afición a la música clásica: la Orquesta Sinfónica de Xalapa.
A menos de medio kilómetro del viejo mercado de Xalapa, se encuentra otro edificio a donde Juanote solía pasar la mitad de sus días. Se trata de un auditorio moderno, edificado en cristal y cemento, con una acústica envidiable, pues fue hecho precisamente para ser la casa de la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Todas las tardes, después de terminar sus labores de cargador y de comer un bocadillo, Juanote corría al auditorio y se sentaba en la oscuridad a oír los ensayos de los mejores músicos de la ciudad (y de los mejores del país).
Tantas horas pasó Juanote escuchando música en el auditorio de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, que probablemente llegó a ser una de las personas musicalmente mejor cultivadas del país. El citado director de orquesta recuerda que el Juanote tenía dos conciertos para los cuales su callada boca se desvivía en elogios. Se trataba del primer concierto para piano de Mozart, “cuya alegría lo desbordaba” y de la quinta sinfonía de Shostakovich, la cual no se podía quitar de la cabeza al trabajar (recuérdese que la sinfonía fue encargada al músico por las autoridades soviéticas con el fin específico de enaltecer la cultura del trabajo y la fábrica, la cultura de los obreros).
Tantas horas pasó Juanote escuchando música en el auditorio de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, que probablemente llegó a ser una de las personas musicalmente mejor cultivadas del país. El citado director de orquesta recuerda que el Juanote tenía dos conciertos para los cuales su callada boca se desvivía en elogios. Se trataba del primer concierto para piano de Mozart, “cuya alegría lo desbordaba” y de la quinta sinfonía de Shostakovich, la cual no se podía quitar de la cabeza al trabajar (recuérdese que la sinfonía fue encargada al músico por las autoridades soviéticas con el fin específico de enaltecer la cultura del trabajo y la fábrica, la cultura de los obreros).
Por ello tenía reservado, gratuitamente un lugar en la sala de conciertos del Teatro del Estado. Finalmente, cabe destacar que cuando falleció, la Orquesta Sinfónica de Xalapa tocó en su honor y en el 20º aniversario de su fallecimiento el H. Ayuntamiento de Xalapa, le organizó un homenaje, donde se interpretó su música favorita.
En la calle de Enríquez en el centro de la ciudad de Xalapa existe un altorrelieve colocado "in memoriam" de Juan Herrera Vázquez. La placa que conmemora su presencia y el reconocimiento que con ella se hace fue pagada en parte por los músicos a quienes siempre acompañó (y hasta aconsejó), por las autoridades de la universidad y por el mismo ayuntamiento jalapeño.
Fuente: Leyenda jalapeña del Juanote.
Placa en memoria a "El Juanote" en la calle Enríquez (Xalapa, Ver., Méx.) |
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