El Mundial 2026: ¿Fiasco deportivo o motor económico desaprovechado?
Foto: Okkult Session, Barcelona 2025
Este 2026 tendrá lugar el Mundial de Football, con la novedad de que será entre 3 países (México, EE.UU. y Canadá) y que promete ser todo un desastre. ¿Que por qué digo esto? Pues tenemos un sorteo que fue un espectáculo horrible, que se otorgó recién sacado de la chistera de mago "Premio FIFA de la Paz". Una serie de partidos por formalidad que se les han concedido a México y Canadá (13 a cada uno), dejando el grueso para EE.UU. (78 partidos). Donde los cuartos, semifinales y la final serán todos los partidos en los EE.UU., un país que no promete nada sobre ICE y sus tratos a los inmigrantes. Suenan quejas por todas partes, incluido los altos precios de las entradas. No les extrañe que EE.UU. termina ganando el mundial de football y el reconocimiento se lo auto-atribuya su gobernante.
Lo que nos hace preguntarnos ¿realmente merece la pena organizar unos Juegos Olímpicos o un Mundial?
Recientemente, leí este artículo que analiza el efecto económico cuando Taylor Swift llega a la ciudad. Obviamente, que el pasado tour de ella que fue todo un fenómeno, tiene un impacto mucho mayor en la economía local. Pero este análisis resulta interesante por las conclusiones a las que llegan sus autores, cuando un evento cultural (como un Festival) es bien gestionado y existe una colaboración entre promotores culturales, administraciones locales y asociaciones hoteleras puede ser una herramienta eficaz para maximizar los beneficios de estos eventos, ya que en en pocos días se generan externalidades positivas en otros sectores como el transporte, la restauración, el comercio o el empleo temporal. Es por ello que se puede afirmar que los festivales o grandes artistas puede convertirse, al menos durante unos días, en auténticos motores de desarrollo local.
En definitiva, la polémica organización del Mundial 2026, con su inequidad y sombras, nos plantea una pregunta incómoda pero necesaria. Ante el modelo de los megaeventos deportivos, plagado de desequilibrios y con un dudoso legado real, surge un contraejemplo poderoso: eventos culturales bien planificados y colaborativos, como un gran festival o una gira musical, que demuestran que sí es posible generar un impacto positivo, tangible y distribuido en una comunidad.
Hasta aquí el post del día de hoy y recuerda que puedes seguirme en X y mantenerte informado de lo último de ciencia, tecnología e innovación en el mundo de la economía y las finanzas.

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