La excelencia y el ser excelente

“Más  vale reinar en el Infierno que servir en el Cielo.” - El paraíso perdido (1667) de Milton

Un amigo me ha dejado una pila de revistas de “Harvard Deusto Business Review”, lo que me hizo reflexionar sobre este tipo de revistas en particular. Si compras 1 de estas revistas, para leerla toda (cuando estas es un viaje largo por ejemplo), es una revista que se le saca mucho partido a su lectura, es tal el efecto, que muchos lectores repetirán su adquisición o se harán suscriptores, el problema de estas revistas, es que una vez leída 1, ya has leído todas, los temas son muy repetitivos: Liderazgo, Innovación, Emprendeduría, Marketing, todo son claves para alcanzar el éxito a través del capital intangible.

En resumen, son lecturas dirigidas a un público meta, basado en personas sin estudios universitarios, que sueñan en convertirse en grandes empresarios. Es como leer un libro motivacional que te va consumiendo el cerebro con la idea de las claves para alcanzar el éxito empresarial.

El siguiente texto, analiza el tema de la excelencia y el ser excelente, desde un punto de vista más real y humano. No espero que lo entiendan, no es para todos y cada uno puede tener sus propias y distintas conclusiones o interpretaciones de su lectura. Es una lectura complicada, que ayuda en pocas frases, a reflexionar sobre lo que realmente significa alcanzar la excelencia.

Introducción de Harlan Ellison

Seguramente, el único aspecto desolador de la excelencia es que hace que el hecho de vivir en un mundo de mediocridad sea un continuo infierno. La sutil turbación desesperada.

Miguel Ángel escribió: “Lo trivial hace la perfección, y la perfección no es trivial.” No es una sentencia para nuestros tiempos, para un mundo de producción en serie, de irresponsabilidad, de basura tirada por todas partes.

Perfección. Excelencia. Qué amante más apasionada. Pero una vez se han probado los labios de la excelencia, una vez se ha entregado uno a su perfección, cuán áridas y pesadas y llenas de inanidad son el resto de las horas de vigilia, atrapado por los grilletes de los meramente ordinario, lo tan aceptable, lo que sirve, pero nada más.

Es triste, pero la mayoría de las vidas se basan en ese esquema. Se conforman con lo que es posible, compran el cliché porque el sueño desenfrenado ha agotado sus existencias, aprenden a evitar el riesgo del salto vertiginoso. Miguel de Unamuno (1864-1936) escribió: “Sólo el que ensaya lo absurdo es capaz de conquistar lo imposible.” Y así el paradigma se convierte en todas las sombras de Salieri, incapaces de tocar la realidad de Mozart, todos los Antonios con un talento respetable pero no asombroso fulminado con frustración por el Amadeus de turno. La excelencia produce placer y asombro en la gente sin talento, ordinaria y hierve como grasa de oveja.

La excelencia es su propio patrón, no debe tributos, no inclina la cabeza ante nada. Existe pura y entera, como la cara plateada de la Luna. Intocable, inalcanzable, exquisita. Pero frustrante, porque nos recuerda cuánta mediocridad soportamos durante la semana.

“La mente es su propio lugar, y por sí sola puede conseguir un Cielo del Infierno, un Infierno del Cielo.” - El paraíso perdido (1667) de Milton


Publicado en: The Sandman. Volumen IV: Estación de Nieblas. Norma (2003), España. Esta introducción hace referencia al excelente trabajo de Neil Gaiman en The Sandman.


Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Qué significan los números en el triángulo de reciclaje de los plásticos?

Metallica versus Megadeth ¿quien es mejor? la estadística nos da la respuesta

Los programas más usados por economistas