De la V a la L, el abecedario de la salida de la crisis

Este es un resumen propio de un artículo publicado en el diario El País del día Domingo 12 de abril de 2009.
(para ver el artículo original completo, dar click en el título de este post)
Los economistas se estrujan los sesos para poner fecha al fin de esta recesión anómala, la primera crisis realmente global de la historia. Honestos, confiesan que nadie sabe nada a ciencia cierta, mientras bucean en pasadas zozobras económicas en busca de referentes, sabedores de que hay crisis que se parecen, aunque nunca son idénticas, ni igual de intensas, ni duran lo mismo. Sí coinciden en algo: el telón no bajará a la vez en EE UU (la recuperación llegará antes) que en las grandes economías europeas. Y menos aún en España. Aquí llevará años hablar de recuperación vigorosa.
Aunque técnicamente sea casi una aberración, los expertos hacen un esfuerzo de divulgación con un particular abecedario económico: así, unas crisis se desangran rápido y terminan rápido (la economía baja y sube en forma de V) y no duran más de año y medio; otras son más prolongadas, aunque menos agudas (como una U) y pueden abarcar tres años; hay auténticas montañas rusas (en W), con recuperaciones y recaídas encadenadas varios años; y, las más temidas, las crisis en L, con caídas afiladas de la actividad, seguidas de un largo estancamiento, con crecimientos casi nulos.
Hablamos de L para los casos en que durante bastantes años no se consolida una recuperación. Es Japón el país que encarna la L por antonomasia. Entre 1955 y 1990, los precios de las viviendas en el país del sol naciente se multiplicaron por 75, mientras en España, desde final de los setenta a 2003, se duplicaron y, entre 1997 y 2006, subieron el 150%. En Japón hubo una gran burbuja inmobiliaria. Es cierto que el Palacio Imperial de Tokio llegó a valer más que todo el Estado de California. Japón recurrio a más gasto público y entró en 18 años de crisis. Sólo se justifica el gasto público "si es inteligente". Por ejemplo, para levantar infraestructuras productivas, como hospitales punteros; no para la plaza del pueblo.
En Estados Unidos, por ejemplo, el sector de la construcción pesa un 5% de su economía. En España, la construcción representa un 15% del PIB. No olvidemos que las crisis sirven para resolver desajustes. Cuanto mayor es el desajuste, más se tarda en resolver el desaguisado.

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