La caída de los precios internacionales del petróleo como medida contra el fracking

Gráfico: Periódico ABC.

En 6 meses, los precios internacionales del petróleo han caído casi un 50% (de 110 dólares el barril Brent a menos de 60 dólares el barril).

En resumen, los países productores de petróleo, aumentan la oferta sobre la demanda, para hacer que el fracking no sea rentable y así eliminar a la competencia. Recuerden que el fracking es atractivo al ser más económico que el petróleo. Dicha estrategia, rompe con el precio de equilibrio del fracking, y por tanto, se desincentiva continuar con su extracción, si los precios del petróleo se encuentran por debajo del precio que hace rentable al fracking.

Aquí les dejo un artículo que narra la historia entre el fracking y el petróleo, de 2008 a la actualidad. Así es la historia del desplome del petróleo: una caída del 50% en 6 meses tiene explicación.

Sin embargo, existen líneas rojas de los países productores: Porque el precio actual está poniendo en jaque la estabilidad presupuestaria de varios de los principales dueños del petróleo. Solo Qatar, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait pueden mantener sus cuentas públicas en equilibrio cuando el precio del barril de Brent cotiza por debajo de los 70 dólares, según datos recopilados por «The Economist». Lejos de este umbral quedarían grandes productores como Arabia Saudí o Rusia, con sus líneas rojas marcadas en los 95 y 100 dólares el barril, respectivamente. Muy lejos de estos niveles quedan ya Venezuela, junto a Argelia, Iraq o Ecuador, que tienen su límite entre los 115 y 120 dólares por barril.

Pero además, la caída sostenida de los precios internacionales del petróleo tiene otras consecuencias que son dispares según si eres un país productor o importador, si se es desarrollado o emergente:

La caída, un estímulo: Además, el menor precio del crudo supone un estímulo para los países que son importadores de «oro negro». Lo cierto es que la mayoría de las economías desarrolladas se encuentra en este grupo, por lo que el precio actual supone un revulsivo para sus demandas. España, en concreto, paga cada año una factura energética de más de 40.000 millones de euros. El recorte del precio del crudo permitirá a España ahorrar más de 6.000 millones en esta partida, lo que se traducirá en más crecimiento, menos déficit comercial y menos inflación.

Diferentes consecuencias entre Europa y EE.UU.: Los expertos aseguran que los efectos de los precios bajos de petróleo podrían ser diferentes a un lado y otro del Atlántico. En EE.UU. la bajada de precios promete ser un estímulo para el gasto de familias y empresas y puede suponer un impulso para el PIB (lo que a su vez puede servir de argumento a la Fed para mantener sin cambios su política de tipos de interés al 0%). En la Eurozona, sin embargo, la sombra de la deflación sigue muy presente y esta caída del barril no hace más que afianzarla. Los analistas ven en este hecho un argumento más para que el BCE incremente sus estímulos monetarios.


El problema no se queda solo ahí, sino que tiene más implicaciones. Quién gana y quién pierde con la apreciación del dólar: La escalada penaliza a los emergentes con inflación y deuda externa.

La apreciación del dólar en la segunda mitad de 2014 había atraído mucha menos atención que el descenso del precio del petróleo. Entre otras cosas, porque el derrumbe de la cotización del brent ha sido mucho más notorio (de 115 a 58 dólares, casi un 50% menos de julio a diciembre) que la pérdida de valor del euro frente al dólar (de 1,4 a 1,25 dólares por euro, un 10% menos), la referencia que centraba los análisis. La zona euro, otra vez estancada, era la que centraba la preocupación. Y la moderada pérdida de valor del euro suponía un cierto alivio. Pero en el caso de varias divisas emergentes, la depreciación ha sido abrupta y, como ejemplifica Rusia, descontrolada.

Emergentes en problemas. La cotización de las materias primas, y singularmente del petróleo, suele ir en sentido contrario a la del dólar, la moneda en la que se intercambia. Si el movimiento es simétrico, el efecto para los exportadores e importadores de petróleo, en sus monedas de origen, es neutro.

El retrato de las economías más vulnerables incluye países exportadores de petróleo –u otras materias primas-, y muy dependiente de sus ingresos externos, con altos niveles de inflación, deuda externa al alza y crecimiento estancado, o en retroceso. Los organismos internacionales añaden aquí a los países que no han aprovechado la etapa de bonanza por el alto precio de las materias primas para hacer reformas estructurales de su economía. Rusia, que además debe lidiar con el coste del conflicto con Ucrania, pero también Venezuela, Brasil o Argentina son algunos de los principales damnificados. Pero el examen se ha extendido a buena parte de los emergentes: la lira turca o la rupia de Indonesia también están en niveles mínimos frente al dólar, así como, las divisas del Este europeo qe se ven afectadas por el rublo.

La depreciación de todas estas monedas tiene un efecto favorable en las exportaciones, al abaratarlas respecto al dólar, pero en el caso de las ventas de petróleo ese efecto se ve compensado por la súbita pérdida de valor de la materia prima. Por el contrario, las importaciones se encarecen, lo que tiene un claro efecto inflacionista. Pero las implicaciones financieras pueden acabar siendo más determinantes: la deuda externa en dólares aumenta, lo que multiplica el riesgo de suspensiones de pagos, públicas o privadas, y muchos inversores se van del país, ante la pérdida de rentabilidad de su apuesta.

Finalmente, hay quien cree que toda está situación afectará más a Europa por el efecto deflacionista y además, una caída de la economía estadounidense por su apuesta por el fracking como medida de eficiencia energética (porque es contaminante en realidad) sino económica (veían al fracking como la maravilla de energía barata).


La caída del precio del petróleo en niveles cercanos al 45 por ciento desde el mes de junio confirma el estallido de la burbuja del fracking. La llamada "independencia energética" de Estados Unidos era una falacia, así como las bondades de un sistema de extracción de alto costo y también de alto riesgo por la contaminación de las napas subterráneas. Es cierto que para Estados Unidos el fracking significó mejorar los niveles de empleo y crecimiento. Pero esto resultó una copia exacta de la génesis de la burbuja subprime. El ejemplo de la burbuja inmobiliaria española es representativo de lo que ha ocurrido con el fracking: el descenso de las tasas de interés facilita el despliegue de portentosos niveles de inversión que permiten la mejora transitoria del empleo y el crecimiento económico. La aceleración de este proceso desata la burbuja y sólo cuando la burbuja estalla se detecta que esa situación era insostenible.

El cierre de las empresas de fracking en Estados Unidos volverá a elevar el desempleo y esta vez la Reserva Federal no podrá seguir inyectando dinero dado que ha sido justamente la irrupción del dinero barato la que ha impulsado la creación de las burbujas bursátiles. Aunque es posible que una vez la Fed caiga en la trampa y aplique nuevos planes de flexibilización cuantitativa que incubarían nuevas burbujas y el aumento de la volatilidad financiera.

El agravamiento de la deflación echará por tierra la débil recuperación económica europea acentuando la contracción y el estancamiento. La caída en el precio del petróleo (que se prolongará en forma inevitable hasta mediados del próximo año) significará el descenso de numerosos productos para los cuales el petróleo es su insumo clave. Todo esto acelerará el proceso deflacionario iniciado por los planes de austeridad y que fueron potenciados por las políticas que buscaron dar estabilidad al sistema financiero, y solo crearon nuevas burbujas.

La realidad, es que siempre que ha habido una caída en los precios internacionales del petróleo, termina la cosa en crisis económica por algún lado. En un mundo inestable como el de ahora (política, económica y socialmente hablando), con incertidumbre y problemas latentes por todos lados, los riesgos toman mayor fuerza, y por tanto, pueden tener un mayor impacto negativo sobre un país o una región. La historia continua y nadie hace nada realmente por estabilizar las cosas, solo parece que ahora se trata de desestabilizar a los emergentes para que los desarrollados puedan al menos tomar un respiro, desafortunadamente "el ahogado todavía puede hundir al flotante".

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